Ing. Octavio Alvarez Valadez.
El tratar de comparar el Acero y el Concreto como materiales estructurales, es plantear una rivalidad innecesaria entre estos dos nobles elementos del arte de proyectar (arquitectónicamente y estructuralmente), puesto que ambos pueden convivir armónicamente en un proyecto o presentarse por separado como solución idónea en determinado proyecto o construcción. Esta situación es un paradigma cultural y de conocimiento profundo del comportamiento, ventajas y desventajas de cada uno de los materiales, así como de la optimización de su utilización que dependerá de cada uno de los aspectos tanto de índole del proyecto, como estructural, financiero, estético, comportamiento, etc.
Desde la concepción del proyecto, es indispensable que tanto el Arquitecto como el Ingeniero estructuralista, consideren el material en que visualizan su proyecto, independiente de la geometría del elemento, su función y el entorno, así como el resto de las consideraciones reglamentadas.
El crecimiento demográfico y de ordenamiento urbano, así como el avance tecnológico de materiales y procesos constructivos, da como resultado un gran impulso a la construcción en acero, por la rapidez y ventajas de prefabricación, así mismo surgieron nuevos sistemas constructivos complementarios “ad hoc”, posicionando también al concreto en cualquiera de sus presentaciones premezclado o prefabricado, en otras aplicaciones no consideradas o no requeridas anteriormente.
La visión y fortaleza de algunas compañías han logrado que, como en el caso de Gran Bretaña, la edificación en Acero sea del casi 70%, mientras en EE UU, sea del 60 %; en México se considera solamente el 20% de la edificación que se hace en Acero, dejando el resto en manos del Concreto que históricamente ha tenido más influencia en nuestro país.
No existe una cultura que permita asimilar esta realidad, y nuestros técnicos y proyectistas tienen que convencer a sus clientes de las ventajas que representa el material recién redescubierto: El Acero.